La utilización de las armas y la fuerza es una variable que puede fluctuar, pero hay un ingrediente imprescindible para la instalación y perpetuidad de cualquier poder: la sumisión.
Manipular la sumisión es el gran arte de las turbiedades religiosas, de este lado del mundo lo llamamos catolicismo. Y las peregrinaciones son un gran festival de ostentación de ello. Pasan los gobiernos y los sistemas estatales, pero estos tipos te guiñan el ojo, y mientras le sacan una foto a la interminable cola de caminantes, te dicen... "vos contala como quieras, pero acá se cocina la milanesa, y después de 2000 años la seguimos teniendo así de grande".
La política es una partida de Damas a los gritos en un bar. El ajedrez más power se disputa en otros tableros y sin levantar la voz.
FAB / Morón, Bs As, 01.oct.2016