sábado, 24 de diciembre de 2016

Navidad (parte 2)

¿No te gusta la mentira ni la hipocrecía?
¿Y por qué contribuir a ellas?
¿Porque todos lo hacen?

Algo es verdadero o es falso, no puede ser las dos cosas a la vez.
Entonces, en el laberinto de que Papá Noel es una mentira inocente,
lo que estaría en duda es la inocencia, 
ya que la mentira no está en tela de juicio, una mentira es una falsedad, y punto, no hay mucho más por decir.

Respecto de la inocencia de aquella mentira, me atrevo a tirar una breve reflexión:

Los padres suelen decir orgullosos que los hijos aprenden más con el ejemplo que con los discursos. Adhiero.
Peero, pensemos entonces qué sucede en la cabeza de un nene de 7, 8, 9 o 10 años de edad, cuando se entera que sus padres durante muchos años le estuvieron mintiendo... 
El Discurso: “bueno, es una mentira inocente, no quería quebrar tu ilusión” 
El Ejemplo dado: aún en un vínculo de infinito amor, la mentira es una opción posible.
El agravante: le estuviste mintiendo descaradamente aprovechando su ingenuidad.

Es utópico pensar que una sola persona puede cambiar el mundo, pero pensar que de cierta forma vos le pones tus reglas y tus valores a tu mundo, y que es posible comenzar por uno mismo, no es tan utópico.

Para completar la idea les dejo un escrito de hace algunos años... 
La mentira es aborrecida y condenable. Pero hay una trampa social en el código moral: 
la mentira es aborrecida y condenable, salvo cuando todos mienten, ya que allí se queda sin jurado que pueda juzgarla. Son todos culpables, y absueltos.

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