300 años D.C.
Constantino, no solo le puso su nombre a la
metrópoli más importante del imperio en ese siglo (recordarán el remate del
chiste "recuerdo de Constantinopla" :p )
también clavó una jugada que marcó en gran
medida la estructura espiritual y racional del mundo occidental:
necesitaba apoyo político de una minoría
creciente en las clases bajas,
los católicos,
quienes en esa etapa eran perseguidos e
ilegales.
La religión católica, hasta ese momento
sensible, igualitaria, con objetivos nobles, y
con una clara confrontación frente a la concentración de poder del hombre,
fue legalizada,
y como toda alianza política recibió un
espacio de poder, al lado del sillón de Constantino.
El resto de la historia, es un poco más
conocida, o al menos se la imaginan: el pedacito de poder fue creciendo, la
simbología empezó a sentar a Jesús en un sillón de rey, y los capangas
católicos dejaron de ser sensibles e igualitarios, le agarraron el gustito a
ser poderosos y a jugar el jueguito de la manipulación, y a querer hacer pensar
al mundo a través de sus valores y sus conveniencias, acomodando las normativas
de los Estados a los que influyen. A veces por las buenas, a veces por las malas,
a veces explícitamente, y otras tantas, dejando sus semillitas entre líneas de
la educación que se transmite de generación en generación. Como una marca de
agua, indeleble.
No solo para los que opinan en la panadería,
también para los que legislan en el Congreso.
En 2018, en Argentina, las ligas de amas de
casa discuten sobre la legalidad del aborto, mientras se arreglan el lápiz
labial y le quitan la mirada al pendejo que duerme en la vereda y come de la
basura.
Y tengo un amigo, muy jóven, muy actual,
que comunica por videollamada con una amiga
que vive en Estambul,
que también discute la legalidad el aborto,
y que no le importa quién carajo era
Constantino
jejeje
FAB/ Bs As /
27.feb.2018