viernes, 5 de julio de 2019

TUNEL DE INVIERNO

Anoche fui al supermercado, a las 21:15, pasé por el túnel que está frente a casa, alguien dormía bajo varias frazadas, no asomaba la cabeza, no supe si era joven, viejo, hombre, mujer, ni cuan prejuiciosamente culpable era de su pobreza.
Caminé hasta el Coto, estaba cerrado, lamenté la hora, tenía escasas opciones en mi heladera para cenar.
Avancé con frío y con bufanda al cuello, la brisa helada me hizo llorar los ojos, cosa que no hizo la triste imagen de las frazadas tapando un puñado de huesos sin nombre.
¿será la misma ciudad que nos genera cayos en el alma?
No lloré, no hice nada, me quedé como inmóvil pero sin perder el paso,
solo lo vi, como vemos al "otro", ajeno y lejano, porque es el otro.
Encontré un kiosco que tenía crema de leche, y unos fideos me salvarían la cena.
Dormí profundamente en la tibieza de mi depto.
Desperté con sol, me acordé de las frazadas del túnel.
"El sol es el poncho de los pobres", decía mi abuela,
cuando ni se le cruzaba por la cabeza que alguien duerma a la intemperie en la esquina de casa.

El conurbano tiene carencias, incluso en cuanto a la densidad de población, tiene más carencias que el área porteña. Pero aunque parezca paradójico, la indigencia es mucho menos frecuente.

El neoliberalismo impulsa la igualdad.
La igualdad para abajo.
Los puentes y túneles del conurbano ya tienen sus habitantes anónimos, pagando con sus cuerpos el delito de ser pobres,
y la ineptitud y/o inhumanidad de nuestros gobernantes,
y la negligencia de los que los votamos.

FAB / Morón, 05 de Julio 2019

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