Que no piensen tanto en el resultado.
Nos gusta ganar, obvio.
Pero creo, que NO hay que ganar para disfrutar,
hay que disfrutar para ganar.”
Entre otras cosas eso decía Sergio “Oveja” Hernández, DT de la
selección argentina de básquet, al término del tremendo triunfo de semifinales
frente a Francia, una de las potencias, e
integrada por varios jugadores de la elite NBA.
Pero qué romántico el Oveja!, diría un resultadista con aire
peyorativo, sin detenerse en la paradoja, de que minutos antes había derrotado
con su equipo, justamente a Francia, cuna de Rousseau y una de las geografías
donde más evolucionó el Romanticismo entre los siglos XVII y XIX.
Volviendo al mundial de China y a la actuación de la selección de
Hernández, es fácilmente rebatible la acusación de romanticismo superficial:
Argentina está en una nueva final de mundial, ganó todos sus
partidos, no solo con un juego bello y disfrutable, también lo hizo con máxima
efectividad. Encontrando los mejores caminos para reducir a sus rivales, a
pesar de cruzarse con varias potencias: entre ellas Serbia, a priori, máxima
candidata a quedarse con el torneo.
Hernández se alimenta también de otros caminos filosóficos. Se pone
racional, y derrumba un mito popular, de que para obtener grandes cosas hay que
poner mucho “huevo”, relativizando la importancia del exceso de testosterona.
Le preguntaron, por qué llegaron hasta acá:
“uff, son muchas cosas.
Concentración, trabajo, los jugadores en un altísimo nivel,
coraje, animarse, y huevos. Pero eso de que se gana con huevos es una fantasía.
Son muchas cosas las necesarias, solo con huevos nos volvíamos en
primera ronda”
En este juego de analogías caprichosas, subimos la apuesta, y
viajamos todavía más atrás.
Corría el año 1501, cuando un tal Miguel Ángel empezaba a pegarle
martillazos a un enorme pedazo de mármol, para convertirlo en el David un par
de años después. Mientras la luz del
Renacimiento empezaba a cambiar el pensamiento y el alma de la historia de
Occidente.
En este septiembre 2019, en Oriente, donde el sol sale primero, a
las palabras citadas al comienzo, en la misma conferencia el Oveja le agregó
otro matiz:
“Los pragmáticos dicen que hay que sufrir para ganar.
Mmm, yo creo que hay que disfrutar para ganar”
Y estas palabras adquieren todavía mas brillo, dichas dos días
antes de la Final.
Así como Miguel Ángel perpetuó a su David momentos antes de
derribar a Goliat. Evitando la imagen triunfalista de la cabeza del gigante a
sus pies, manifestando los valores del Renacimiento, la libertad de animarse
frente al poderoso, la posibilidad de que no solo el triunfo sea perdurable.
Hernández camina entre gigantes de 2 metros, propios y ajenos, y
les habla de disfrutar, con convicción, incluso antes de poder perder una
final.
Hecho que en tierras argentas, muchas veces se confunde como
suficiente para quitarle valor a todos los logros del camino.
Se podrá ganar o se podrá perder contra España. Nuestras emociones
por un mundial exquisito, por una selección que invita a la pertenencia,
perdurarán en la sonrisa de todos los argentinos que amamos el deporte.
Gracias muchachos, los veremos en el desayuno del domingo.
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