Etimológicamente laberíntico es el diálogo entre
palabras, asumiendo a estas como entes capaces de mantener una charla
por sí solas, y no apenas como una herramienta de comunicación utilizada
por otros entes.
Es decir, en el gran juego donde los objetos toman
pequeñas porciones (o instantes) de vida y buscan su lugar en el mundo,
o, a partir de teorías clásicas donde el mundo y el universo tienen vida
con ciclos muchísimo más grandes a los que regularmente podemos
contemplar, se me ocurre imaginar que las palabras pueden poseer
independencia y plantear diálogos por sí solas…
Hay simpatías y rechazos entre las palabras, casi
independientemente de quien las dice. Por ejemplo, la palabra “hola”
suele buscar otro “hola” como ella; el poder de tal palabra tiene una
alta dosis de independencia sobre el interlocutor, salvo casos
excepcionales si alguien dice “hola” otra palabra “hola” aparecerá de
inmediato, mas allá de la cara, el color de ojos y las ganas de quien
pasa por delante.
Lo mismo con las repulsiones o con otro tipo de
atracciones más complejas, una suerte de polaridad planteada por las
propias palabras hacen que ciertos diálogos sean predecibles, a un “aquí
tienes” le sigue un “gracias” o a un “anda a la c….. de tu madre” le
sigue un “andate vos”; digo, nosotros creemos que utilizamos cierta
combinación de sílabas para expresar lo que queremos decir… sin embargo
¿no serán las palabras quienes llevan adelante diálogos utilizando el
beneficio de las cuerdas vocales humanas???
Las palabras suelen llevar consigo un conjunto de
cosas, además de simbolizar su significado, nos suelen traer recuerdos, o
dificultades, o irritaciones (tal es el caso de la palabra “gallina” a
Michael Fox en “Volver al Futuro” o a los futboleros simpatizantes
argentinos amantes de la banda roja). En muchas situaciones donde alguna
palabra demás nos genera problemas, se suele escuchar acompañando a las
disculpas: “no quise decir eso” o “no hagas caso, no sé lo que dije”,
creo humildemente que estas circunstancias son un síntoma claro de que
hay algo latiendo allí que estamos pasando por alto sin prestarle
suficiente interés. Y aquí el punto, y perdonen la insistencia ¿no es
momento de preguntarnos si realmente nosotros hablamos a través de las
palabras o es exactamente al revés?
Sin paranoia pero poniendo atención a la problemática le preguntaré a “mi” que opina de esta persona.
FAB. Noviembre 2009
pd: en este plano, el diccionario ¿sería una especie de constitución o código de convivencia?
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