23 de abril de 2016, el
DT del Atlético de Madrid, Diego Simeone, arroja un balón al campo de juego en
pleno contraataque del Málaga, con serio peligro de gol. Corría el último minuto del primer tiempo. El árbitro debe
interrumpir la jugada, el reglamento indica la detención inmediata del juego en caso de
que haya dos balones en el campo.
Llegado el intervalo, el árbitro expulsa al Cholo Simeone,
como también indica el reglamento en situaciones como estas, pero, culminados
los 90 minutos de juego, Atlético de Madrid ganó 1 a 0. Y el Cholo festejó
desde el vestuario, su picardía había sido clave en el triunfo.
El público argentino elogia
a Simeone por sus evidentes capacidades como estratega, por llevar al Atlético
a pelear Liga y Champions, y ve con un guiño de simpatía sus curiosas y
ocurrentes actitudes extradeportivas.
Dos semanas antes, en
la semifinal de la copa de Alemania, entre Bayern de Múnich y Werder
Bremen, Arturo Vidal, jugador chileno del Bayer, finge un golpe en el
área rival, el árbitro pita penal. El partido iba 1 a 0, el penal fue
concretado, el resultado final del encuentro fue 2 a 0.
Luego del partido, Pep
Guardiola –técnico del Bayer- dijo: "El penal no ha sido penal. No me
gusta marcar un gol de esa manera y siento mucho lo que ha pasado".
La prensa, e incluso
los propios fans del Bayer, criticaron el episodio, y se mofaron del chileno, tratándolo
de “actor tramposo”. El presidente del club también ofreció una disculpa.
Muchas discusiones
podemos abordar con estos detalles, que no dejan de ser detalles. Pero lo que a
mí me resulta evidente, es que la actitud de Simeone, es un fiel ejemplo de “argentinada”,
algunos pueden aplaudirla y decir que el Atlético ganó el partido. Eso también
es una verdad evidente.
Lo que extraigo de esto
es que, en primer lugar, Simeone con este tipo de acciones (no fue un hecho
ocasional, suele repetirlas) desmerece sus capacidades como estratega, actuando
como un ventajero barato. Y que por otro lado, si vemos aisladamente la actitud
de un argentino haciendo argentinadas, como sucede con la prensa española o los aficionados del Aleti, tal vez pueda tomarse como algo
pintoresco y gracioso, pero cuando nos juntamos 45 millones haciendo
argentinadas, el resultado es el país que tenemos: caótico, harto de
corrupción, injusticia y pisoteos mutuos.
Tal vez en otros
aspectos los alemanes puedan ser criticables, pero en el fútbol, mientras nosotros
festejamos la viveza criolla y aplaudimos actitudes como las de Simeone, en un
siglo de mundiales y a pesar de contar con la fortuna de que los mismísimos Maradona y Messi
se han calzado la celeste y blanca, los alemanes, así de tontos y aburridos, han
sido campeones el doble de veces que nosotros, además de dejarnos afuera en
repetidas ocasiones en encuentros directos.
No voy a comparar con
esto la altura como entrenador de Guardiola o el Cholo o la ética del perfil
alemán, aunque, podemos jugar a pensar:
él Atlético – Málaga lo
ganó la picardía de Simeone, pero a la
larga (y aunque lo veamos solo desde el punto de vista de los beneficios), ¿estamos
muy seguros que esa picardía criolla es el camino de los mejores resultados? ;)
FAB, Bs As,
27.abril.2016
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