Colectiveros se quejan de taxistas
taxistas se quejan de peatones
peatones se quejan de automovilistas
ciudadanos se quejan de privatizaciones
ciudadanos se quejan de la estatización
políticos se quejan de sus oponentes
por supuesto los oponentes se quejan de los primeros
futbolistas se quejan de los árbitros
entrenadores se quejan de los árbitros
dirigentes se quejan de los árbitros
empleados se quejan de sus jefes
empleados se quejan de sus compañeros
jefes se quejan de sus empleados y también se quejan de sus
superiores
individuos se quejan de su pareja
solitarios se quejan de su soledad
...
Partimos de considerar que
detectar y enunciar que algo no agrada, no es malo en sí mismo, salvo que se
convierta en algo repetitivo y vacío de acción… es decir, lo aburridamente
negativo es caer en el facilismo de quejarse casi por inercia sin realizar
ninguna acción para mejorar y sin ni siquiera proponer una mejora.
Dado que no es un hecho aislado,
sino todo lo contrario, semejante signo de pereza mezclado con inconformismo me
hace pensar que no solo es un instinto liviano, facilista y contagioso, me
despierta la idea de que ese inconformismo masivo viene de algún lado, y que
más allá de las limitaciones individuales, es un hecho social a gran escala.